(Chán, chán, tatatacháaan-chan, tatatacháaan-chan, tatatachán...)
Episodio III - A la tercera va la vencida
Son tiempos de guerra civil.
La República está sumida en el caos. El Senado, vendido a los enemigos de la Patria, ha entregado la Corona Imperial a un extranjero, pisotendo los derechos dinásticos del Infante D. Carlos María. El usurpador Amadeo ha desembarcado en Cartagena y se dirige a la capital para arrebatar el trono que corresponde al legítimo Pretendiente.
Ante esto, los partidarios del Infante Don Carlos nuevamente se alzan en armas contra la siniestra República. En las Provincias del Norte, la Insurrección Tradicionalista triunfa una vez más entre la oprimida población.
La corrupta República, viéndose acorralada, busca aplastar de una vez por todas a la Resistencia. Para ello, no duda en emplear el arma más poderosa de que dispone: La Stella Mortis, el mayor cañón jamás construído. Transportada por un monstruoso tren blindado, y capaz de destruir una ciudad de un solo disparo, la Stella Mortis puede aniquilar a voluntad cualquiera de las bases de la Tradición. Y su objetivo es ahora el Cuartel General Rebelde de Montejurra, en el Sector de Estella.
Acompañada y protegida por varios batallones de granaderos, la Stella Mortis no puede ser alcanzada por tierra - los regimientos del Pretendiente que lo han intentado han sido diezmados. Pero uno de los ingenieros que participaron en su manufactura, ejemplo de patriota y leal en secreto a la Causa Tradicionalista, ha revelado que existe un punto vulnerable en la construcción del arma. En la parte posterior de la cureña, tan sólo una delgada placa de blindaje protege el almacén de munición. Un impacto directo en esa zona alcanzaría la santabárbara, causando la explosión de los proyectiles almacenados.
Aun siendo la Stella Mortis invulnerable ante los ataques convencionales, una aeronave pequeña y rápida sí podría acercarse lo suficiente al tren como para destruirlo antes de que alcance el campamento rebelde.
Y es aquí donde entra de nuevo en escena nuestro héroe, D. Leandro de Arensivia.
D. Leandro de Arensivia y Cienfuegos, marqués de las Púberes Canéforas, es uno de tantos y tantos ilustres próceres que, habiendo sufrido en vida la incomprensión de sus conciudadanos, es hoy relegado al olvido por las generaciones actuales.
Con un linaje que se remonta a antes de la entrada de los Visigodos en España, pocas familias pueden presumir de haber contribuído tanto a la mayor gloria de su Patria como los Arensivia de las Púberes Canéforas. Raro fue el lance que no contara con un Arensivia en retaguardia, asegurando el buen funcionamiento de los Abastos, glosando el avance de las huestes victoriosas o encabezando la retirada si menester fuere.
Caballero español, esposo ejemplar, Soldado de Cristo que supo mantener en alto el estandarte de la Tradición, la Patria, el Rey, los Fueros y la Fe en la victoria y - sobre todo - en la derrota, D. Leandro de Arensivia es hoy, sobre todo, recordado por sus contribuciones a la Ciencia Aeronáutica, su pasión.
Justo es mencionar que los esfuerzos de D. Leandro en pro de la modernización del Ejército de la Tradición topan con la testaruda oposición de sus mandos, que opinan que “si nuestros padres y abuelos, sin estos cachivaches ganar la guerra supieron, joder, pues que también nosotros sabremos, lahostia”. La contestación de D. Leandro, en el sentido de que sus padres y abuelos lo que hicieron fue perder la guerra, es recibida fríamente por la Superioridad.
Inasequible al desaliento, D. Leandro presenta al Mando Carlista su nueva maravilla de la Ingeniería: la aeronave modelo Oriamendi II, que puede proporcionar a los Rebeldes el milagro que tan desesperadamente necesitan.
Propulsada por dos motores gemelos de alta presión de vapor (TIE - Turbinas Interdependientes de Evaporación, fabricados por Sienar, en Deusto) y lanzada desde un aerostato de gran tamaño, la Oriamendi II está armada con dos cañones rotatorios de Beístegui Hermanos (Eibar), capaces de disparar doce mil proyectiles por minuto, con los que puede alcanzar el depósito de munición del tren y reducir el cañón imperial a astillas.
Viendo la Oriamendi como una nueva esperanza, el Generalato se sobrepone a su conservadurismo y ordena, pues, la creación del Tercio de Infantería del Éter, dando luz verde a D. Leandro para construir su nave, en un intento desesperado de destruir el arma enemiga antes de que ésta pueda alcanzar la base Rebelde de Estella.
En un titánico esfuerzo, el Real Cuerpo de Ingenieros construye, en paralelo, el aerostato que lanzará la Oriamendi al éter.
Impedido D. Leandro por su edad - y por un acendrado instinto de conservación, propio de todos los Arensivia - para pilotar la Oriamendi, será el bizarro teniente Aramburu quien tome los mandos de la aeronave y lleve a cabo la arriesgada misión.
Con el privilegio que proporciona la retrospección, el poco ortodoxo diseño de alas verticales de la revolucionaria aeronave, aunque muy admirado en su momento, resulta poco práctico a la hora de ofrecer sustentación. El motor TIE hace lo que puede, pero la Oriamendi termina su breve singladura en el prado de un caserío a las afueras de Estella.
Ex astris ad stercus...
Vista la imposibilidad de evitar que la Stella Mortis alcance el punto de disparo, y ante la inminente aniquilación de la Base Rebelde, la Comisión Regia Carlista decide que, siendo la discreción el principal componente del valor, ha llegado el momento de deponer su actitud.
La Tercera Guerra Carlista ha terminado.
THE 'MAKING OF'
A lo largo del proyecto, vamos a emplear con frecuencia cuatro inventos, así que más vale irlos presentando desde ahora:
Masillas: Super Sculpey y Sculpey Mold Maker. Ya he hablado de ellas con anterioridad, así que pasaremos de puntillas sobre ellas. Son masillas poliméricas, que fraguan al recibir calor (alrededor de 130º, por si a alguien le interesa - curiosamente, la misma temperatura que se alcanza en una olla exprés). Permanecen maleables durante mucho tiempo - podemos dejar y retomar el trabajo a lo largo de meses - y sólo endurecen cuando las sometemos a alta temperatura. Super Sculpey proporciona piezas rígidas, y MoldMaker, pensada para la fabricación de moldes, fragua en un material flexible.
Aparaticos: De Green Stuff World , dos inventos que me han resultado muy útiles:
En primer lugar, el molde de silicona para remaches. En varios tamaños y formas, basta con rellenarlos con la masilla que elijamos y aplicarle calor. En pocos minutos, disponemos de dos o tres docenas de remaches, tuercas y cabezas de tornillo de la escala que necesitemos.Y vamos a necesitarlos a puñaos, así que los haremos en abundancia.
En segundo, el RollMaker. Pensado para texturizar tentáculos para figuras de fantasía, va de maravilla para fabricar tubos corrugados. Hacemos un choricillo de MoldMaker, lo pasamos por la plancha que deseemos, y obtenemos un tubo corrugado dil coppone.
Sacabocados: En tercer lugar, los sacabocados. Encargué un juego en Aliexpress por menos de diez mortadelos, pensando que me permitiría obtener círculos y arandelas de poliestireno sin problemas. Bueno, parcialmente, sí, pero sólo en láminas de poliestireno delgadas. Por encima de un milímetro de grosor, el exterior se agrieta irremediablemente. Y, en cualquier caso, en diámetros pequeños el círculo queda en el interior del sacabocados y es imposible extraerlo sin dañarlo. Porras.
Como siempre, acabo recurriendo a los productos de Sculpey. Y sí, el MoldMaker nos permite trabajar con estos diámetros sin problema. Pasamos por la máquina de pasta un trozo de MoldMaker y obtenemos una oblea del grosor que queramos, en este caso de 1mm.Y fabricar un pulsador se reduce a cortar dos círculos de diferente tamaño, pintar uno en dorado y el pulsador en colores y encolarlos.
Como el tiempo total de fabricación es de menos de diez minutos por lote - y eso incluye el tiempo de secado de la pintura - , dejaremos listas varias docenas, porque vamos a usarlos a patadas.
Cinta de cobre: Muy empleada por los aficionados al slot por su capacidad conductora, es - como su propio nombre indica - una cinta adhesiva de cobre cuya función es doble. Por un lado nos ayuda a alisar los acabados en los bordes, y por otro, nos da más profundidad en unos volúmenes que estarán marcados por muy poca variación en el color.
Vistos los materiales a emplear, vamos al avío.
Partimos de un astronauta de PdJ, comprado por internet (nueve mortadelos).
Apartamos la mochila y sus tuberías, que nos vendrán bien más adelante, desnudamos el moñaco y nos centramos en la escafandra.
Enmascaramos el visor con masilla líquida de Vallejo, y nos liamos a ponerle remaches. Una mano de imprimación gris Panzer de Vallejo, y otra de pintura color cobre. Pintamos los remaches en color latón, unos cuantos pulsadores de los que hemos dejado ya hechos, un lavado con marrón oscuro y un toque de pigmentos en colores óxido, y ya tenemos el casco de nuestro intrépido piloto.
Con el mono de vuelo no nos complicamos mucho. Simplemente, damos una mano de pintura azul oscuro y un poco de luz con pasteles claros.
Guantes y botas se pintan en color gris, con lavado pizarra oscura y luces en gris claro.
Empezamos con la cabina. La dividiremos en dos partes, el módulo de pilotaje y el panel posterior.
Para el módulo de pilotaje, cortamos un par de trozos de una tapa de bahía vieja (pero vieja, ¿eh?, vieja de cuando los ordenadores eran de color crema)
y los pegamos con epoxy a los lados de un asiento de coche de radiocontrol.
Imprimamos y le damos una capa de verde oliva (OTAN)
A por la palanca de control: Rebuscando por la caja de materiales, encontramos un par de auriculares viejos.
Los desmontamos...
... cubrimos los agujeros con círculos de MoldMaker...
... imprimimos unos diales al tamaño adecuado, los recortamos...
... ensamblamos todas las piezas, junto con un alambre grueso que haga de palanca...
... y, por último, pegamos los instrumentos en su sitio y pintamos de negro con luces en gris oscuro. Añadimos un par de juntas de goma para hacer el borde de los instrumentos, media docena de botones, y listo.
Solucionada la palanca de control, vamos a hacer unos pedales. Nada complicado, un par de trozos de madera y un par de alambres, y a vivir.
Para el control de gases, hacemos cuatro lonchas de una barra de pegamento termofusible...
... las encolamos un poco separadas...
... les añadimos unos círculos de MoldMaker que pintaremos de colorines...
... y los pinchamos en unos trozos de alambre de latón. Otra cosa lista.
Ahora usamos una base hexagonal de MDF para la plataforma del módulo. Para hacer la tablazón, la recubrimos con palitos de helado...
... la recortamos...
... y la teñimos con tinte para madera color avellana, con aguas de tinta color carne de Citadel. Le aplicamos cinta de cobre en los bordes, y ya tenemos la base.
Empezamos a montar el módulo. Hacemos el atalaje del asiento con unas cintas de correaje a escala 1:6 y unas hebillas de coche de R/C, y encolamos con epoxy el invento a la base. Unas placas de Evergreen nos servirán de base para los botones y el mando de gases, y añadimos un volante de coche de juguete (compré una veintena en Aliexpress, voy a usarlos bastante), unas gomas para el pelo tejidas (dan perfectas como tubos trenzados), un par de condensadores de diferentes tamaños y unos trozos de cable de fibra óptica para que no quede muy soso.
Con un cepillo de púas de latón damos el desgaste a las zonas del asiento que lo necesiten, y voilà.
Ya podemos ir sentando al piloto en su puesto de pilotaje.
Ahora nos hace falta un panel de control. Pues nada, a por ello.
Sobre un par de trozos de porex, encolamos palitos de helado...
... y lo tintamos, como antes, en color avellana con lavados...
... y añadimos los marcos con cinta de cobre.
Para el instrumental, además de más botonadura, imprimimos y recortamos los instrumentos necesarios, los pegamos sobre discos de MoldMaker y ponemos sobre el conjunto juntas tóricas pintadas en color latón. Fácil y resultón.
Añadimos unas asas de alambre y una docena de placas surtidas de información e instrucciones, y ya podemos colocar el panel de control en la base del módulo. Y, ya puestos, añadimos unos cuantos trozos de cable de plástico, para dar más ambientillo.
Nos ocuparemos ahora del cuerpo de la nave. Empezamos por pedir en un estanco una caja de puros vieja.
Y esta tontería encontrada en un chino - un humilde estuche de tachuelas - nos va a resultar útil por partida doble.
Hacemos un agujero de 5mm en la caja y en el estuche, y pegamos con epoxy la parte inferior del estuche, bien alineada, en el interior de la caja. Ya tenemos lista una guía para el eje de la hélice (otro trozo de tubo de latón, con un par de arandelas de metal pegadas para hacer de tope). Guardamos la tapa del estuche para más adelante.
Ahora, a base de paciencia y pegamento, vamos recubriendo la totalidad de la caja con palitos de helado.
Tintamos la madera como de costumbre y clavamos un montón de puntas de modelismo naval donde corresponde. Por supuesto, más cinta de cobre para las aristas.
Añadimos ahora, en la parte trasera, el cono que nos había sobrado del estuche de chinchetas, pintado en gris Panzer y con vivos en cinta de cobre. Fresamos la punta para que pase el eje de la hélice.
Ya podemos encolar una hélice de madera, comprada en una web de R/C, al eje.
El capuchón de este rotulador tiene sección hexagonal; qué bien, pues recortamos la punta...
... la pintamos, y la colocamos como tuerca de fijación de la hélice.
Retomamos ahora las tuberías de la mochila del astronauta, las pintamos
de dorado y las colocamos en la parte posterior, sobre unos remaches de
latón.
Bien. Ahora vamos a por el grupo motor. Si esto es steampunk, de algún sitio tendremos que sacar el vapor.
Compramos en el chino de la esquina un pastillero semanal, unas campanillas para el árbol de Navidad y un trozo de tubo.
Cortamos y encolamos un par de pastilleros para crear las calderas...
... y los recubrimos con tracas de madera.
Fresamos uno de los extremos de los tubos...
... y cerramos el otro con masilla epoxy y unos tornillos.
Hecho esto, colocamos las campanillas en el extremo fresado, y atornillamos y encolamos los tubos a las calderas. Más cinta de cobre para los adornos, y ya tenemos las calderas preparadas para su instalación.
Las encolamos en el cuerpo de la nave.
Para las tomas de aire de los motores, cogemos un par de trozos de tubo corrugado, los moldeamos por el sencillo procedimiento de meterles dentro un radio de bicicleta doblado y dejarlos en agua hirviendo cinco minutos...
... los pintamos (al fondo vemos secarse una docena de cañas de refresco y unos volantes, para más adelante)...
... y les ponemos unas arandelas de goma como base.
Por otra parte, compramos en Aliexpress una lámpara de rejilla de color cobre...
... que nos va a venir de maravilla para hacer la cabina. Montamos las tomas de aire, cortamos y encajamos la cabina, y esto ya empieza a tomar forma:
Ahora, a por el panel posterior.
No tiene demasiado misterio. Como ejemplo, un panel de mando se construye recubriendo de palitos de helado un trozo de plástico o de porex...
... tiñéndolo...
... y, en este caso, fabricando unos disyuntores con un trozo de chapa de aluminio, unas cabillas, y montando todo sobre unas placas de Evergreen.
Añadimos un dial y unos botones y unificamos con pigmentos en color óxido.
Bueno, pues como esto, todo. Sobre un círculo de MDF forrado con tracas, empezamos a encolar todo lo que se nos ocurra: Paneles, diales, tuberías (hechas con gomas para el pelo, con alambres, con tubos de goma y con todo lo que encontremos), volantes, botoneras, interruptores, avisos impresos, LEDs, componentes electrónicos rescatados de placas de ordenador...
... y comprobamos que quede lo suficientemente abigarrado:
Una vez terminado, unificamos a base de pigmentos en distintos tonos de óxido y pizarra.
Volvemos al cuerpo principal. El vapor sin tuberías ni es vapor ni es ná, así que con unos agitadores de cocktail, unos discos de nylon, tubo termorretráctil y un par de manos de pinturas metálicas, hacemos todas las tuberías que se nos ocurran:
Añadimos una rejilla de un barco de madera de Artesanía Latina...
... y vamos encolando cosas y envejeciéndolas "a la esponja" con ocres y verdes.
Un círculo de MDF cubierto con una lámina texturizada (un hule del chino, vamos) nos da una base de cabina de vuelo aceptable. Nótese que hemos tenido que cortar la rejilla para poder trabajar el interior - dejamos margen suficiente para no tener problemas a la hora de volver a encolar el trozo retirado.
Vamos a por el armamento. La casa Beístegui Hermanos nos proporciona (con Aliexpress como intermediario) un par de cañones rotatorios de 20mm, muy sencillos de montar - aunque las instrucciones son más que parcas.
Le damos una mano de gris Panzer, y luces con pigmentos de Vallejo (metal) y de AK (cobre).
Pintamos el efecto de metal quemado (degradado de pigmento azul - AK Plasma Burnt - a bronce - a violeta - a azul - a negro de humo), y terminamos con pigmento negro en las bocas de fuego...
... y, con un trozo de tubo de latón y un par de restos de un agitador de cocktails, le hacemos un soporte colgante (por cierto, que el Blu-Tack para sostener las piezas en su sitio mientras se pegan es inigualable).
Un par de cachos de goma espuma, recubiertos de tracas, nos dan unas cajas de munición pasables.
Llega la hora de ir cerrando el cuerpo. Sobre un círculo acrílico transparente, creamos la estructura del ventanal con cinta de cobre y tuercas pintadas en bronce; para pegarla, al igual que para cerrar la cabina de vuelo, encolamos con epoxy trocitos de tubo enfundando la estructura de cobre.
Vamos ahora a por los paneles laterales.
Como base, emplearemos unas bases (😀) hexagonales, de las usadas en los wargames. Las pegamos sobre papel de lija medio, recortamos, y las encolamos unas sobre otras.
... con la consabida cinta de cobre perfilando los lados.
Compramos ahora un par de láminas de policarbonato celular DIN A3 de 3mm de grosor, y las recortamos en forma hexagonal. Colocamos las bases que hemos creado en el centro, y pegamos traca de madera de 1.6mm formando las nervaduras y una más estrecha para reforzar las aristas.
Para los soportes de las alas, compramos en el chino el mango de una fregona (me juraron que era de plástico, y resultó tener un núcleo de aluminio - cortarlo fue toda una odisea)
Para poder hacer un corte en condiciones, empleamos bridas para cables para poder marcar la línea de corte perpendicular a la barra.
De nuevo añadimos bases de wargames, pintamos en gris Panzer y encolamos media docena de pajitas de refresco siguiendo las aristas.
Vamos añadiendo remaches al invento: adornos para uñas del chino, pintados en color bronce y pegados con gel de ciano...
... y la encolamos con epoxy al cuerpo principal (hemos tenido que recolocar la rejilla de madera por problemas de espacio):
Y ya, por fin, damos por terminada la construcción: