sábado, 26 de enero de 2008

Qui habet aures audiendi audiat - Marcos, 4:9


... que no está muerto lo que puede dormir eternamente,
y con los evos extraños incluso la muerte puede morir.


Abdul Alhazred - Necronomicon (Al-Azif)

lunes, 21 de enero de 2008

Los Granaderos






A Francia dos granaderos,
allá en Rusia prisioneros,
vuelven ya: ¡suerte feliz!
Al llegar una mañana
a la frontera alemana
doblan ambos la cerviz.

Nueva oyeron lastimera:
está ya la Francia entera
en poder del invasor;
deshecho y roto el altivo
Gran Ejército; cautivo,
cautivo el Emperador!

Escuchan, mudos de espanto,
la nueva fatal: el llanto
baña su curtida tez;
y con ansias reprimidas
uno dice: «Mis heridas
se abren todas otra vez».

Dice el otro: «¡Acabó todo!
¡Morir! fuera el mejor modo
de dar término a este afán.
Mas, los pobres pequeñuelos!...
¡La mujer!... ¡Oh Santos cielos!
si les falto yo, ¿qué harán?»

-«¿La mujer?... ¿Y qué me importa?
¿Los hijos?... El alma absorta
llora desdicha mayor.
¿Pan les falta?... ¡Por Dios vivo!
¡Que lo mendiguen!... ¡Cautivo!
¡Cautivo el Emperador!»

«Una súplica sagrada
he de hacerte ¡oh camarada!
¡Compadécete de mí!
Para abrir mi humilde huesa,
llévame a tierra francesa,
dormiré mejor allí.

»Esta cruz resplandeciente,
de roja cinta pendiente,
ponla sobre el corazón;
en su sitio, al diestro lado,
el fusil bien colocado;
la espada en el cinturón.

»Así, a punto, y siempre en vela,
estaré, cual centinela
fijo siempre en su lugar;
hasta que oiga en feliz día
rechinar la artillería
y los caballos trotar.

»Y el Emperador, al frente
de su ejército impaciente
cabalgará, y al clamor,
armado saldré de tierra,
y otra vez iré a la guerra,
detrás del Emperador».


Heinrich Heine - 1816

jueves, 17 de enero de 2008

Explorando



Jugando con Picasa...

miércoles, 16 de enero de 2008

Parábola del bar (II)


Caballeros, ha sido un honor tocar con ustedes...



Tras cinco años de actividad, el bar ha bajado la persiana. Cinco años en los que se logró la nada despreciable cantidad de un millón de visitas; no está mal, para un bar de barrio.

Han sido cinco años de bregar con la clientela, de limpiar las mesas, fregar los vasos, ahuyentar a zapatazos a las cucarachas (algunas de seis patas, otras de dos) y barrer el suelo.

Pero también han sido cinco años de compartir historias, cervezas, tapas de calamares, y buenos ratos. De admirar las creaciones de unos y otros, y de aprender cocina de la mano de grandes maestros. De probar cócteles nuevos, y de degustar caldos de categoría. Y, sobre todo, de hacerlo todo entre amigos.

Habrá otros bares, de eso estoy seguro. Pero también es cierto que, hoy, el barrio está un poco más triste.

Hasta siempre,